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martes, 16 de septiembre de 2008


Hace un par de semanas un amigo diseñador me prestó Helvética, el documental de Gary Hustwit lanzado el año pasado. Luego de posponer varias veces el encuentro con el dvd, el sábado por la tarde (mates de por medio) me dispuse a ver la película.
Sin darse cuenta mi amigo me había hecho un gran favor.

La secuencia con la que se inicia Helvetica resulta inspiradora por su simpleza: Una imprenta, un maquinista encargado de formar el título de la película con ‘tipos’ móviles, rodillos con tinta y una impresión sobre papel. Nada más, nada menos. La dedicación con la que el imprentero realiza su trabajo –en especial el cuidado del detalle-, da la sensación., para el que se mueve dentro de la industria, de realizar una tarea sublime.

A lo largo sus 80 minutos la película nos lleva por un recorrido a través de la historia de la tipografía creada por Max Miedinger, y de la polémica que ella dispara: ¿es la mejor fuente diseñada hasta hoy? Fanáticos y detractores, grandes diseñadores felizmente casados con ella o enemistados hasta las visceras, opinan sobre el poder de esta fuente, su significado y las implicancias de su uso.

Resulta poderosamente llamativo para alguien ajeno a este mundillo cuantos sentimientos puede despertar un elemento de aparente simplicidad como una tipografía.

Circulan en este documental importantes personalidades del diseño: desde el “noventosamente” celebre David Carson, hasta Neville Brody, pasando por Erik Spiekermann y Massimo Vignelli. Cada uno comparte su producción, su visión del diseño y el fanatismo por su profesión, destilando experiencia y conocimiento en cada intervención. Cada anécdota resulta de un enorme valor, tanto académico como profesional. No existe el desperdicio en este relato.

Esta película seguramente no legitima nuestra profesión, pero sí la gratifica. Ver a diseñadores de todo el mundo opinar tan enérgicamente, exponer sus convicciones y hacerse cargo de cada trabajo – y de cada comentario que provoca un sentimiento de renovación dentro del diseñador-espectador, produce placer. Por eso es que mi amigo me hizo un favor sin darse cuenta, y esta es el verdadera razón de este articulo: En este momento tan particular que atraviesa la FADU sentirse bien y cómodo en la propia postura como profesional resulta vital. Ver en pantalla el amor por este trabajo resulta verdaderamente alentador: es como sentir que el film se hizo para cada uno de nosotros. Quizá es un acto de vanidad y/o de egoísmo, es cierto, (se me ocurrió la idea de que era sentarse durante 1 hora y 20 a recibir palmadas en la espalda), pero en este momento con tanto conflicto a cuestas, con tanto desgaste y con tanto camino por recorrer, ver Helvética resulta un oasis en donde recargar las pilas para seguir adelante.


Leandro Cerliani

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Es increíble las paradójas de la UBA... uno puede encontrarse con personas mediocres o con profesores de primerísima línea, con una vocación y amor por el diseño que te estimula a seguir perseverando como lo es este caso.

Que ante la posibilidad de seguir publicando avisos polémicos que aumentaran los leños a un fuego que ardía bastante, decide poner paños frios con un artículo que nos hace acordar a todos, docentes y alumnos el único motivo por el cual vamos a la facultad: diseñar.

gracias por este articulo, y por tu testimonio.

Anónimo dijo...

gracias por este testimonio leandro, los alumnos necesitamos profesores como vos, que amen el diseño y que lo transmitan con fervor.
El prestigio de esta cátedra se mantendrá intacto en cuanto sigan habiendo docentes como vos.
gracias, de enserio.

Anónimo dijo...

testing

Anónimo dijo...

muy bueno......
el comentario y todo...
pero no puedo bajarmela.. o sea en castellano no esta no..

bueno, igual..
muy buena catedra, sebastian acosta